Leyendas Urbanas

Las leyendas urbanas son relatos pertenecientes al folclore contemporáneo que, pese a contener elementos sobrenaturales o inverosímiles, se presentan como hechos reales. Una misma leyenda urbana puede llegar a tener infinidad de versiones. Por su contexto en la sociedad moderna reciben el calificativo de "urbanas". A menudo, el narrador presenta a los protagonistas de una leyenda urbana como conocidos o parientes de alguna persona cercana . Pero sin duda el rasgo más importante de las leyendas urbanas es su carácter internacional, las historias se cuentan con mínimas variaciones en diferentes partes del globo.
El término fue aportado por el estadounidense Richard Dorson, quien acertadamente definía leyenda urbana como una "historia moderna que nunca ha sucedido, contada como si fuera cierta". Las historias reciben diversas denominaciones: en Cuba, por ejemplo, se les conoce como bolas o cuentos de camino. En Colombia se les llama simplemente cuentos.

Para empezar, una "leyenda urbana" light, sin tintes paranormales, y tan extendida como increible:

Desde principios del siglo XIX se comenta que hay prósperas colonias de caimanes, cocodrilos o alligators, habitando en el sistema de alcantarillado de la ciudad de Nueva York. Se puso de moda durante un tiempo comprar y traer caimanes bebé de Florida, que al crecer y perder su aspecto inocente sus caprichosos dueños no sabían como deshacerse de ellos, y optaban por tirarlos a través de los lavabos de sus casas.
En los años treinta en algún libro se llegó a asegurar que un grupo formado por bomberos, policía y personal del ayuntamiento procedía periódicamente a cazar y matar a las colonias de caimanes del alcantarillado de Nueva York. Pero, sospechosamente, ningún diario publicó la menor referencia a esos hechos. La leyenda volvió a cobrar fuerza cuando en 1959 Robert Daley publicó el libro "World Beneath The City" (Un mundo debajo de la ciudad). En él entrevistaba a un supuesto trabajador de las alcantarillas que llegó a ver a los caimanes.
Es muy difícil imaginar que animales acostumbrados a las temperaturas de la cálida Florida puedan sobrevivir en los gélidos inviernos neoyorquinos, además las bacterias y organismos que pueblan las alcantarillas acabarían infectando y matando a cualquier cocodrilo en pocos meses. Y teniendo en cuenta la peligrosidad de los cocodrilos, y que se comenta que los ejemplares del subsuelo newyorkino llegaban a alcanzar un tamaño muy superior al que presenta la especie en su hábitat natural es extraño que ningún trabajador hubiera muerto por el ataque de uno de estos animales.

0 comentarios:

Publicar un comentario