El otro día lei un interesante artículo en una revista de economía, seguro que muchos de vosotros os sentiréis indentificados, aunque no es mi caso:
Los centros laborales están llenos de parejas que trabajan codo con codo.
El hecho de que tantas parejas estén encerradas juntas tanto en el ámbito profesional como en el doméstico se debe a dos fallos en dos mercados. Uno es un fallo en el mercado de citas. Muchas personas conocen a sus parejas en la oficina (en parte porque trabajan tantas horas que nunca salen a ningún otro sitio, y en parte porque las personas pueden parecer más seductoras mostrando su fuerza en el trabajo). El otro es un fallo del mercado laboral: los cónyuges deciden trabajar juntos debido a la pereza, la falta de imaginación o la desesperación –o a las tres a la vez–. No puede resultar nada bueno de pasar juntos las 24 horas del día.
Si dos personas trabajan para la misma empresa, los dos están en riesgo si esta se va a pique. De igual modo, si el matrimonio comienza a hacer aguas, el trabajo de una de las dos partes también comenzará a peligrar.
Otro problema es que trabajar con tu cónyuge puede limitar tu personalidad. Cuando trabajas con extraños puedes actuar como dos personas distintas: tu yo de la oficina puede ser muy distinto de tu yo de casa. Sin embargo, si tu pareja es testigo de tu personalidad en la oficina, o bien te controlas o bien prosigues bajo su fría mirada evaluadora.
La presencia de tu cónyuge también puede impedir que se forme la relación laboral más satisfactoria (la pareja del trabajo). Esta es la persona a que eliges para comeros un sandwich durante el almuerzo, o para compartir chismorreos en cualquier momento. Es posible que tu verdadero cónyuge, a menos que se sienta inusitadamente seguro, no vea con buenos ojos a su equivalente platónico en la oficina.
Trabajar junto a tu pareja tiene la aparente ventaja de permitirte conocer mejor a la otra persona, que podéis ir juntos al trabajo, pero también puede originar muchas discusiones. Pues uno puede estar listo para salir a tiempo, pero el otro no.
También puedes asegurarte de que la otra persona no te engaña. Pero ni siquiera esto funciona siempre.
Los centros laborales están llenos de parejas que trabajan codo con codo.
El hecho de que tantas parejas estén encerradas juntas tanto en el ámbito profesional como en el doméstico se debe a dos fallos en dos mercados. Uno es un fallo en el mercado de citas. Muchas personas conocen a sus parejas en la oficina (en parte porque trabajan tantas horas que nunca salen a ningún otro sitio, y en parte porque las personas pueden parecer más seductoras mostrando su fuerza en el trabajo). El otro es un fallo del mercado laboral: los cónyuges deciden trabajar juntos debido a la pereza, la falta de imaginación o la desesperación –o a las tres a la vez–. No puede resultar nada bueno de pasar juntos las 24 horas del día.
Si dos personas trabajan para la misma empresa, los dos están en riesgo si esta se va a pique. De igual modo, si el matrimonio comienza a hacer aguas, el trabajo de una de las dos partes también comenzará a peligrar.
Otro problema es que trabajar con tu cónyuge puede limitar tu personalidad. Cuando trabajas con extraños puedes actuar como dos personas distintas: tu yo de la oficina puede ser muy distinto de tu yo de casa. Sin embargo, si tu pareja es testigo de tu personalidad en la oficina, o bien te controlas o bien prosigues bajo su fría mirada evaluadora.
La presencia de tu cónyuge también puede impedir que se forme la relación laboral más satisfactoria (la pareja del trabajo). Esta es la persona a que eliges para comeros un sandwich durante el almuerzo, o para compartir chismorreos en cualquier momento. Es posible que tu verdadero cónyuge, a menos que se sienta inusitadamente seguro, no vea con buenos ojos a su equivalente platónico en la oficina.
Trabajar junto a tu pareja tiene la aparente ventaja de permitirte conocer mejor a la otra persona, que podéis ir juntos al trabajo, pero también puede originar muchas discusiones. Pues uno puede estar listo para salir a tiempo, pero el otro no.
También puedes asegurarte de que la otra persona no te engaña. Pero ni siquiera esto funciona siempre.
fuente: Expansión.
2 comentarios:
yo no podria trabajar con mi chico, acabaria odiandolo, yo necesito mi epsacio vital hahaha
1 besazo guapa y feliz 2010
Hola!!!!! Yo no creo que vaya a trabajar con mi pareja pero si se da la casualidad de que nos surja, no creo que me hiciera mucha gracia. Eso de 24 horas juntos no es lo mío y eso se debe a que soy muy pero que muy independiente.
Y cambiando de tema, si te pasas por mi blog tengo un regalo para ti.
Publicar un comentario