Ambas películas tienen múltiples nominaciones a los inminentes Oscars; la primera (Mi nombre es Harvey Milk) tiene nada más y nada menos que 8 merecidas candidaturas: mejor película, mejor director (Gus Van Sant) mejor actor (Sean Penn), mejor actor de reparto (Josh Brolin), mejor guión original, vestuario, música original y montaje.
Harvey Milk comenzaba todos sus mítines con la siguiente frase: "Mi nombre es Harvey Milk y vengo a reclutaros", de ahí el título. San Francisco en la década de los 70, un valiente hombre lucha por los derechos de los gays en EE.UU., llegando a convertirse en el primer homosexual declarado que ocupó un cargo público.
Está contado con respeto, con cariño, con admiración sin caer en ningún momento en lo vulgar ni en lo sensacionalista (nada que ver con Brokeback Mountain); pero todos los célebres héroes tienen un final trágico, y Harvey no iba a ser una excepción, sin embargo me sorprendió quién fue su verdugo, no diré más para no desvelar detalles a quienes todavía no habéis disfrutado de este film. Aunque sí diré que al final de la película se ven imágenes de los personajes reales, y los parecidos en algunos casos con los actores son asombrosos.
Para terminar simplemente reproduciré el encabezamiento de un reportaje que lei sobre la película hace unas semanas: "Milk, es la leche".
EL LECTOR (The reader), está nominada a 5 candidaturas: mejor película, director, guión, fotografía y actriz para Kate Wislet. Aunque su aparición en la película fue fruto de la casualidad porque no estaba prevista desde un principio, pues el papel estaba reservado a Nicole Kidman, pero a causa de su embarazo tuvo que abandonar el rodaje. Y la verdad es que ahora no imagino a la frágil australiana en ese roll.
Es otro punto de vista sobre el holocausto, pero el exterminio judío es un tema secundario. La historia se centra en la relación de amor de un inocente adolescente con una ruda, fría y solitaria mujer, y aunque su idilio fue breve, el destino los vuelve a juntar años después pero en una situación realmente adversa para Hanna (K.W.), pues está siendo juzgada por crímenes nazis y él ya universitario asiste a las sesiones como estudiante de derecho en calidad de mero espectador.
Me parece acertada esta crítica que aparecía en El País: "A pesar de disponer de un argumento trágico a El lector le falta alma".
Es que a priori tiene todos los ingredientes para ser un peliculón: una historia conmovedora, pasión, heridas, secretos... pero se queda en el intento.
1 comentarios:
Las dos películas son de lo mejor que te puedes encontrar en las salas de cine. Estoy completamente de acuerdo en la carencia de alma de El Lector y es una pena porque podría haber sido una de esas películas que no olvidaría jamás.
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